El agua del grifo que consumimos a diario, aunque tratada, puede contener una variedad de contaminantes que van desde microorganismos hasta compuestos químicos. Aunque en España contamos con estrictos controles para garantizar su calidad, no estamos exentos de enfrentarnos a problemas que, si bien son poco frecuentes, pueden afectar nuestra salud.
En este artículo, exploraremos los patógenos más comunes que podrían estar presentes en el agua del grifo, sus posibles efectos en la salud y las medidas que se pueden tomar para prevenir riesgos. Además, analizaremos las sustancias químicas y otros elementos que, aunque regulados, pueden estar presentes en pequeñas cantidades.
Microorganismos más habituales en el agua del grifo
Los microorganismos son de los mayores preocupantes a nivel sanitario cuando se trata del agua del grifo. A pesar de los tratamientos de potabilización, existen casos en los que estos agentes contaminantes logran infiltrarse, afectando principalmente a personas con sistemas inmunitarios más débiles como niños, ancianos o personas con enfermedades crónicas.
Escherichia coli
Escherichia coli, o simplemente E. coli, es una bacteria común que se encuentra en el tracto intestinal de los seres humanos y animales. Aunque la mayoría de sus cepas son inofensivas, algunas pueden causar infecciones severas al entrar al sistema digestivo desde el agua contaminada.
Los síntomas suelen incluir diarrea, vómitos y dolores abdominales. Esta contaminación generalmente proviene de filtraciones de aguas residuales o desechos animales que afectan el sistema de suministro de agua potable.
Campylobacter jejuni
Otra bacteria que puede estar presente es Campylobacter jejuni, conocida por causar infecciones gastrointestinales con síntomas como calambres, fiebre y diarrea. La transmisión ocurre principalmente a través de aguas contaminadas con restos animales, siendo especialmente común en zonas cercanas a explotaciones ganaderas.
Legionella pneumophila
Legionella pneumophila es conocida por su asociación con sistemas de agua domésticos. Esta bacteria prospera en ambientes cálidos como torres de refrigeración o tuberías de agua caliente si no están debidamente mantenidas. Las infecciones pueden variar entre una leve fiebre llamada fiebre de Pontiac y una enfermedad pulmonar severa conocida como legionelosis.
Pseudomonas aeruginosa
La Pseudomonas aeruginosa es un organismo que se encuentra en el suelo y el agua. Aunque suele necesitar condiciones favorables para proliferar, en ambientes con mala desinfección, puede causar infecciones en piel, oídos y heridas abiertas, especialmente en personas inmunodeprimidas.
Compuestos químicos y sustancias presentes en el agua potable
Aunque regulados, distintos compuestos químicos pueden estar presentes en el agua del grifo en pequeñas cantidades. Estas sustancias derivan de procesos naturales o de actividades humanas como la agricultura, la ganadería o la industria.
Cloro y sus derivados
El cloro es uno de los elementos más utilizados para desinfectar el agua potable. Aunque necesario para eliminar microorganismos, su exceso o los subproductos derivados como los trihalometanos (THM) pueden generar problemas a largo plazo como irritaciones o enfermedades más graves según la exposición prolongada.
Metales pesados
Metales como el plomo, el cobre o el arsénico se encuentran ocasionalmente en el agua debido a tuberías antiguas o contaminación industrial. Estos metales no tienen ningún beneficio para la salud humana y, en concentraciones altas, pueden acumularse en el cuerpo provocando problemas en el sistema nervioso o circulatorio.
Nitratos y pesticidas
Los nitratos, utilizados principalmente en fertilizantes, pueden filtrarse a los sistemas de agua subterráneos. En altas concentraciones, representan un riesgo significativo para bebés, conocido como síndrome del bebé azul. Los pesticidas, aunque menos comunes, también suelen detectarse en zonas rurales.
Problemas asociados a errores en instalaciones y distribución
Aparte de los contaminantes naturales o industriales, muchas veces los problemas en la calidad del agua se deben a errores en las instalaciones de tuberías o depósitos particulares. Las malas prácticas de mantenimiento o infraestructuras antiguas incrementan el riesgo de contaminación.
Tampoco podemos olvidar los riesgos derivados del almacenamiento doméstico. Depósitos y filtros mal cuidados pueden alterar la calidad del agua y ser puntos de desarrollo para microorganismos.
Cómo protegerse de los riesgos del agua del grifo
Existen diversas formas de minimizar los riesgos asociados al consumo de agua del grifo. Las autoridades sanitarias realizan controles regulares, pero los ciudadanos también pueden adoptar medidas adicionales.
- Instalar sistemas de filtración en el hogar, como filtros de carbón activo u ósmosis inversa.
- Mantener en buen estado las tuberías y depósitos domésticos.
- Consultar los informes de calidad del agua en su localidad mediante plataformas como el SINAC.
Además, si el agua presenta un olor, color o sabor extraño, se recomienda informar a las autoridades locales y evitar su consumo inmediato.
El agua es un recurso vital para nuestra vida diaria y, aunque España cuente con estrictas normativas y sistemas de tratamiento avanzados, no podemos bajar la guardia. Adoptar medidas preventivas y conocer la composición del agua que consumimos es clave para proteger nuestra salud y la de nuestras familias.